Lo mejor de lo peor

Realizamos un repaso por mejor de lo peor: los arquetipos de los mejores villanos de la literatura y el cine
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Dicen que una historia es tan buena como su villano.

Desde tiempos inmemoriales, las historias han estado guiadas, en mayor o menor medida, por un ente malévolo que ofrecía al héroe una razón para existir. En las narraciones más clásicas, lo más habitual era encontrar un ser todopoderoso y todomalicioso que encarnase todo aquello que estaba mal. El resto podía atribuirse al bando del bien.

  • ¿Que nuestro afamado héroe tenía que dedicarse a exhumar cadáveres sin permiso para recuperar una antiquísima reliquia? Justificado;
  • ¿Que había que echar a la hoguera a una señora porque era demasiado fea, rara y vivía en un bosque alucinando con pociones de hongos? Se lo andaba buscando;
  • ¿Que nuestro granjero aventurero hacía volar en pedazos una estación espacial repleta de técnicos, mecánicos, encargados de la limpieza y demás personal, incluidas, quizá, sus familias? La medalla estaba asegurada.

El villano "incomprendido"

Con el paso del tiempo, no obstante, la complejidad de las historias ha ido en aumento y, con ello, la profundidad de nuestros entrañables villanos. Hoy en día, no es raro encontrarnos con un villano ultrajado al que la vida ha tratado de pena, a quien nunca invitaron a cumpleaños y bautizos, le arrebataron a su familia, hogar y perro y al que siempre se le cuelan en la cola de la panadería.

En algunos casos, da la sensación de que existe una cierta tendencia al extremo opuesto, en el que se intentan justificar las razones del villano para tener su carnet de malo y se busca que el público empatice con ellos. Lógicamente, tenía que trocear a todos y cada uno de los vecinos del pueblo porque, de pequeño, el heladero siempre le dejaba los polos más asquerosos del fondo del congelador.

Con esto no pretendo decir que esté mal ni lo uno ni lo otro. Creo que, como en todos los aspectos de la vida, el secreto del éxito se encuentra en el equilibrio. Los relatos de nuestra vida están repletos de excelentes casos de antagonistas cuyo carisma y/o motivaciones han ensalzado la calidad de la historia. Muy a menudo, cada uno de ellos muestra un atributo que lo hace destacar por encima del resto. Ello no significa que esta sea su única característica pues, cada vez con más frecuencia, los personajes de los relatos presentan una amplia gama de emociones y cualidades que los hace únicos. Pero sí que suelen mostrar alguna más notoria como seña de identidad.

A continuación pretendo enlistar algunos de los arquetipos de villano (y villana) más habituales, lo cual no significa que sean los únicos, tan solo los que mejor acuden a mi memoria, bien por ser los más abundantes o los que más me atraen.

Sin más dilación, comencemos la lista:

El poderoso

Este es el enemigo más habitual. Bien por tener a su disposición un vasto ejército conquistador, por manipular las fuerzas místicas de este mundo y del siguiente como ningún otro, o por tener montañas de oro y joyas apiladas bajo el colchón de su guarida.

Es el tipo de antagonista más característico de las historias clásicas: un feroz dragón, un caudillo invasor, un rey tirano o un hechicero tenebroso. A menudo, su presencia supone una grave amenaza para todo un reino o civilización y su influencia llega tan lejos como el número de secuaces que tienen en nómina o los créditos de estudio que han invertido en practicar las artes oscuras.

Se trata de uno de los tipos de villano más socorridos porque concentran toda la amenaza en un único punto. Si el héroe se lo carga, adiós a todo el problema que amenazaba al mundo. Los dilemas de vacío de poder, problemas como la hambruna y enfermedades y la posible existencia de líderes menores que mantengan su dominio en sectores locales suele pasarse por alto (particularmente en la narrativa más tradicional) y se pasa directamente al banquete de las perdices.

Este es, no obstante, un modelo de villano base muy práctico al cual se puede enriquecer fácilmente con alguno de los atributos mencionados a continuación (u otro de listas similares a esta).

El estratega

Un favorito personal. Se trata del villano que analiza la situación y, frecuentemente, se encuentra uno o dos pasos por delante de nuestros héroes siempre. No tiene por qué ser el más malo, ni el más poderoso, ni el más carismático, pero su intelecto basta para entorpecer los avances de sus rivales y añadir tensión a la trama.

Tradicionalmente, este tipo de villano ha sido representado por el señor de bigote y sombrero de copa que ataba a la dama en apuros a la vía de un tren, como cebo para su valiente amado/solo amigos. Con el tiempo, las trampas fueron evolucionando, de la típica emboscada o el hoyo gigante en el suelo, a los explosivos trampa y los acertijos letales.

No obstante, existe un gran problema con este tipo de villano: la inconsistencia narrativa. En la mayoría de las historias en que aparece, nadie es capaz de comprender sus maquiavélicos planes (o, ni tan siquiera, lo que dice) al comienzo de la aventura. Sin embargo, llegados al momento final, el malo súper ingenioso parece sufrir una diarrea mental y sus planes se van al traste con una facilidad abrumadora.

El villano estratega suele ser uno de los más difíciles de desarrollar en cualquier historia y esto se debe a que, por un lado, para saber representarlo hay que pensar como un genio (cosa que no está al alcance para la mayoría de nosotros) y, por el otro, si su coeficiente intelectual se presenta tan superior al de los héroes, resulta un tanto complejo justificar cómo no puede prever su derrota al final de la novela.

A menudo, este último punto se salva con la presencia de unos subalternos estúpidamente incompetentes, una drástica limitación de recursos o la presencia de una entidad o fuerza incontrolable con la que, aparentemente, no contaron inicialmente y contra la que no tienen nada que hacer.

El bruto

Este suele confundirse a menudo con el poderoso, dado que una de las manifestaciones de poder más habituales es la fuerza física. Yo soy partidario de distinguirlos o, por lo menos, situar a este otro como un subarquetipo ligado al primero. Ya que los poderosos, con frecuencia, suelen presentar un mayor dominio de sí mismos.

Imagen de los villanos Nappa y Raditz

Y es que, en el caso del maloso brutal, la presencia de músculos como hogazas de pan por todo el cuerpo es un habitual, pero no una característica esencial.

El bruto es aquel que se deja arrastrar por sus emociones, fácilmente irritable, propenso a lanzarse a la acción sin medir sus posibilidades de éxito. Esto se debe, a menudo, a un ego descomunal y a unas ansias locas de partir caras. Se trata, en definitiva, de un villano impulsivo (probablemente este sea un mejor nombre para el arquetipo).

Este puesto suele ocuparlo el principal lugarteniente del gran rey malo, un matón con nombre y mayor envergadura que el resto de matones a su servicio, quien tratará de soltar la primera pulla y quien, normalmente, será humillado miserablemente cuando el héroe de turno sufra una subida de nivel vía objeto místico, don del hada madrina o el poder del amor.

En otras ocasiones, el gran líder poderoso es también el bruto o impulsivo, como si hubiesen hecho una fusión de lo mejor de ambos mundos (o lo peor). Se trata, por lo tanto, de otro modelo de villano más fácil de escribir y de implementar en una historia.

El repulsivo

Este es, con frecuencia, encarnado por algún tipo de monstruosidad o aberración de la naturaleza y su principal ofensa a la humanidad es haber nacido así de feo. Se trata del villano cuya contemplación prolongada puede inducir al vómito o a dormir con el gusiluz encendido toda la noche.

Los antagonistas de aspecto horripilante son más frecuentes de las narraciones de terror y, curiosamente, algunos de los malos trágicos de las historias más antiguas. Este es un tipo de villano que en la mayoría de los casos, si nos paramos a analizarlo detenidamente, nos daremos cuenta de que se trata de un ser de lo más normal, sin intención malvada ninguna, cuya fea cara justifica sacarlo de una patada del reino feliz o que, en el caso de seres monstruosos devoradores de hombres y ganado, simplemente hacen lo que su naturaleza les va indicando en el día a día (soy consciente de que más de un animal de granja me incluiría como este tipo de villano si pudiese sujetar un bolígrafo). Según quién hubiese escrito la historia, hasta Quasimodo podría haber sido un villano de este calibre.

Se trata, en definitiva, de un antagonista ambiguo al que fácilmente se le puede dar un giro para que termine en nómina del equipo ganador (si sus compañeros de aventuras logran mirarle a la cara sin poner cara de asco o mearse en las mallas).

El manipulador

Oh, sí, este es el estilo que mola. Otro de mis favoritos personales junto al estratega. Se trata de un villano que puede convencer a cualquiera de que soltar a los niños en el bosque es la mejor solución para los problemas económicos de la casa (y porque los peques se lo pasarán genial viviendo en el campo, saltando de rama en rama y durmiendo en mullidos lechos de musgo).

Este es un antagonista de lo más eficiente ya que, a menudo, se presenta como uno de los consejeros o aliados más cercanos al protagonista y suelen ser quienes mejor encarnan la maldad. Los sentimientos o problemas ajenos importan bien poco, venderán a su madre y a su perro con tal de conseguir lo que se proponen. 

A menudo son personajes discretos, tal vez carismáticos, pero que no suelen esbozar macabras sonrisas de oreja a oreja ni despiporrarse a reír como desquiciados en mitad de la cena. Son calculadores, profundamente apáticos (aunque finjan preocuparse por todos) y a uno se le quedaría la cara como a El Grito de Edvard Munch si pudiese escuchar sus pensamientos.

Al igual que ocurre con el villano estratega, el manipulador es otro difícil de implementar en una historia ya que, para hacerlo adecuadamente, uno debería ser un maestro de la manipulación y aportar razones suficientes para conseguir engañar al héroe. No obstante, una ventaja que tiene respecto al estratega es que resulta más sencillo justificar su derrota ya que, llegados a cierto punto de la historia, las mentiras se van desvelando y la influencia maliciosa de este villano puede ser extirpada por la positiva compañía de otras amistades más saludables. Es, no obstante, uno de los malosos más entretenidos e interesantes de utilizar.

El caótico

Este ha ganado popularidad con el tiempo. Se trata de un villano que no tiene las cosas claras, que tan pronto está derribando edificios llenos de gente inocente como invitando a unas cañas a su más acérrimo oponente. 

A menudo representado por locos y bufones (a casi todos nos viene a la mente cierto payaso criminal, ¿no?), se dedica a improvisar y, en muchas ocasiones, puede trastocar los planes de algún aliado. Este tipo de villano puede enriquecer una narración al añadir un pequeño toque de impredecibilidad a la trama, haciendo que sus enemigos no estén del todo seguros de qué esperar a continuación; sin embargo, corre el riesgo de perder interés muy rápidamente. Cuando las chanzas y locuras de nuestro malote tarado se vuelven repetitivas y predecibles, este pierde lo único que lo hacía especial, volviéndose tan molesto y anodino como un antagonista de cuarta o quinta fila.

Es, por lo tanto, un villano interesante y con muchas posibilidades. Un secuaz o asociado habitual del villano principal, como ocurre con el impulsivo, pero que debe emplearse con cautela si no se quiere caer en la locura rutinaria.

El cómico

Este se confunde y entremezcla a menudo con el anterior. Bien por su actitud absolutamente ajena a la tensión del momento, bien por su ineptitud o por su absoluta estupidez, el villano cómico logra sacar una sonrisa al lector o espectador. Muy frecuentemente un subalterno de su grandiosidad perversa, el cómico sirve de contrapunto a la seriedad y ominosa presencia de su líder.

Este suele ser uno de los motivos por los que el villano estratega termina perdiendo la partida, lo cual nos lleva a la pregunta, ¿tan listo era si contrató a este idiota para hacerle los recados? En otros casos, el villano cómico puede ser simplemente estúpido o incompetente, desbaratando igualmente sus planes y los de otros pero sumando un punto el grado de humor a la situación.

No suele ser el caso ya que, si vas a estropearte tu propia trama maligna, por qué no añadir un efecto de sonido simpático cuando se cae de culo o una descripción muy detallada sobre cómo termina hundido hasta la cintura (de cabeza) en un carromato de estiércol. Como ocurre con el aliado secundario del héroe, el villano cómico se convierte en un apoyo narrativo del mal que ayuda a restar un poco de hierro al asunto y proporciona cierta satisfacción al lector. Aun así, cabe advertir que, al igual que sucede con el caótico, abusar de las mamarrachadas y exagerar el nivel de deficiencia mental de nuestro malo podría ser contraproducente para la historia.

El trágico

Como se mencionaba al comienzo de este artículo, uno de los villanos más populares en nuestros tiempos es el que guarda tras de sí una historia dramática, triste, que nos ayuda a empatizar con él y justifica en cierta medida sus actos. A menudo es un antagonista muy gris, propio de historias ligeramente más complejas en las que ni los malos son muy malos ni los buenos muy buenos.

Podría tratarse de un antiguo héroe caído o un ciudadano de a pie sin malas intenciones cuyo destino lo llevó a convertirse en una amenaza. Este bien puede ser el antagonista principal de la historia o un subalterno, frecuentemente asociado al héroe de alguna forma por un pasado común, pero que, por un revés de la vida, terminó en el extremo opuesto de la balanza.

En ocasiones, este villano termina adquiriendo conciencia de sus malas decisiones, pasando a traicionar a su señor o combatiendo el mal que él mismo ha causado. Y, para no variar, el final de este maloso termina siendo igual de trágico que sus inicios (si bien no son muchas las historias en las que el malo termine feliz y campante). Se trata de un recurso ideal para añadir un punto intermedio en el espectro de colores del bien y del mal al que se debe manipular con un cierto nivel de destreza para enfatizar sus debilidades y justificar su redención (lo de la venganza de la familia asesinada o los celos del héroe que lo superaba en todo cuando eran niños, abunda en demasía).

El leal

Este arquetipo se corresponde casi exclusivamente al acólito de un villano principal (si bien pudiésemos incluir al líder fanático, fiel defensor de sus ideales o de los de un ente mayor, como un sucedáneo de este tipo).

Bien porque lo rescató en su pasado, porque está enamorado de su líder o porque sus esquemas mentales son muy similares, el villano leal cometerá toda clase de crímenes en nombre de su señor o señora.

Con cierta frecuencia se trata de un personaje estoico, de pocas palabras e intervenciones significativas, pero que no llega a adquirir tanto peso como el villano dramático (si bien cabe destacar que, muchas veces, el leal y el dramático pueden unirse en un solo individuo, tal y como sucedía con el impulsivo y el poderoso). Se trata de un favorito a la hora de diseñar un número dos para el gran malo maloso.

Y ya estaría

Y, con esto, finaliza la lista. No quiere decir, ni mucho menos, que sean los únicos tipos de villano. Por otro lado, catalogar a un personaje exclusivamente por un atributo no es positivo, ya que estos suelen beneficiarse de mostrar múltiples cualidades que los convierten en componentes ricos e interesantes para cualquier historia.

Dicho esto, mi intención aquí era destacar algunas de las características definitorias más habituales en la narrativa ya que, a pesar de que ninguno de nosotros puede exhibir múltiples facetas, algunas de ellas siempre nos resultan más cómodas que otras. Lo mismo ocurre con nuestros personajes.

Confío en haber aportado alguna que otra idea interesante en estas líneas y, ante todo, haberos entretenido. Ahora, llegados a este punto, solo queda preguntarse…

¿Cuál es vuestro villano favorito?

De apasionado de los dinosauros, pasando por docente del mundo natural, a narrador de lo sobrenatural. Ahora embarcado en una gran aventura que alcanza más allá de las fronteras de lo conocido con la saga de El Arca de la Existencia.

Créditos de las imágenes
  • Lo mejor de lo peor | Awenyr Luna | CC BY 4.0 | Incluye fotogramas de series y películas
  • Lucius Malfoy | Warner Bros. | Copyright | Todos los derechos reservados
  • Anakin y Darth Vader | Lucasfilms | Copyright | Todos los derechos reservados
  • Team Rocket | OLM, Inc. | Copyright | Todos los derechos reservados
  • Joker | DC Entertainment | Copyright | Todos los derechos reservados
  • Meñique | HBO | Copyright | Todos los derechos reservados
  • Los goonies | Warner Bros. | Copyright | Todos los derechos reservados
  • Sloth | Warner Bros. | Copyright | Todos los derechos reservados
  • Goku | Toei Animation | Copyright | Todos los derechos reservados
  • Nappa y Raditz | Toei Animation | Copyright | Todos los derechos reservados
  • Rita Repulsa | Saban Entertainment | Copyright | Todos los derechos reservados
  • Smaug | Henry Burrows | CC BY 2.0

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4 comentarios en «Lo mejor de lo peor»

    • ¡Gracias!
      Creo que es el más divertido de desarrollar. Aunque ya te digo que lo mejor es no decantarse por un estereotipo y hacer una mezcolanza interesante de atributos (el malo que no es tan malo y el bueno que no es tam bueno siempre son mejores, en mi opinión, jajaja).
      Me gustará ver qué tal te queda.

      Responder
  1. Me ha gustado mucho. El artículo me ha parecido muy fresco y también me ha hecho reír en algunos puntos.
    No sabría decir qué villano me gusta más, suelen ser los que se complementan con otras características. Quizá el trágico con el cómico o estratega. Muy guay el artículo.

    Responder

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