Abandonar un sueño

Uno de esos relatos que surgen a veces sin pensar. Fue escrito durante el confinamiento. En medio de una nube de emociones que tan familiares nos fueron a todos en esa época.
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Tiempo de lectura: 4-8 min

Hoy, Día del Libro, os traigo uno de esos relatos que surgen a veces sin pensar. Fue escrito durante el confinamiento. En medio de una nube de emociones que tan familiares nos fueron a todos en esa época. Espero que lo disfrutes.

Apoyó los pulgares sobre la pantalla. Era la tercera noche consecutiva que intentaba escribir y las palabras continuaban sin terminar de llegar. Llevaba tiempo buscando su lugar en el mundo, aquello que la llenase y la hiciese sentir realizada, como predican todos los “gurús” de autoayuda:

"Busca lo que se te da bien. Lo que hace que te sientas feliz y dedícate a ello. Pon toda tu energía en conseguir tus metas".

Qué fácil sonaba al decirlo desde su altar de oro hecho de seguidores, likes o visualizaciones. Su problema no era trabajar duro, su problema no era llegar a una supuesta meta autoimpuesta. El problema era que no tenía una meta. Era como un tren dando vueltas en una vía circular, como el burro que persigue la zanahoria al final de la cuerda. 

Hacía unos cuantos años la historia era distinta. Desde muy pequeña tenía claro que su destino era triunfar en el mundo de la música. Puso toda su ilusión y empeño en aprender, mejorar, superar las limitaciones físicas, económicas y geográficas pero, llegado un momento, le fue tan fácil dejarlo como al niño que sólo quiere el juguete mientras lo tiene su hermano y en cuanto llega a sus manos lo deja por algo que le parece más interesante. 

"Supongo que, en el fondo, cumplió su función" solía pensar "la música es esa herramienta que me mantuvo viva, que me ayudó a superar los momentos más difíciles de mi vida y guardaré un espacio en mi corazón siempre para ella. Pero, en el fondo, creo que sólo era una obsesión. Un sueño que sabía inalcanzable y gracias a esa cualidad no pasaba nada si nunca lo lograba, pues era lo más previsible". 

Se repetía ese mantra cada vez que pensaba en ello. Pero la verdad era que, cada vez que lo hacía, un pedacito de su alma moría al recordar cuál fue el momento en que decidió dejarlo. Y cuál fue la razón verdadera por la que lo hizo.

“No lo haces bien, estás desafinada, hazlo mejor, eso es una mierda…” era como un eco en su cabeza. La sensación de impotencia que sintió al verse expuesta ante las personas que más quería. Y no ser capaz de demostrar lo que sabía que tenía dentro.

Durante un tiempo no pudo volver a ver a aquella persona a la cara. Su vida se hizo silencio y una rabia se acumuló en su interior hacia la persona que, diciendo querer ayudarla, había conseguido que se sintiera humillada como nunca le había pasado. Varios años pasaron hasta que tuvo el valor de volver a cantar delante de alguien y muchos más hasta que consiguió enfrentarse al hecho de que lo que más le había enfadado no había sido la humillación, si no lo fácil que le fue dejar lo que hasta ese momento había definido su vida y su futuro, su sueño

Ahora vagaba sin rumbo desde hacía años. Encontraba “pasiones” temporales. Propósitos que la motivaban y la hacían verse dedicando su vida a ello por ser tareas creativas, por suponer un reto o porque, simplemente, se le daban bien y le hacían falta.

La escritura era lo más reciente. En aquellos tiempos su vida se escribía en verso y acababa siendo musicada. Pero ahora la prosa ocupaba su mente dando forma a cada pensamiento y experiencia de forma narrada. Como el que vive en una de esas sitcoms en la que se oye a un protagonista contando su vida al espectador para encajar las piezas de un puzzle que, de otra forma, no tendría razón de ser. 

Nuevamente dejó el móvil a un lado. Aquello la exasperaba. Siempre había rebosado creatividad y, ahora que quería enfocarla, ni una sola palabra. Recordaba cuando, antes ya de escribir, su cerebro había creado estructura: introducción, nudo y desenlace. Hasta el título escribía antes de escribir nada. 

Sin embargo, su mente era ahora un batiburrillo de frases inconexas de ideas que no sabía cómo plasmar. Decidió entonces dejar de intentarlo. Eso sí seguía estable. Si intentaba forzar a las musas, estas la ignoraban y la inspiración, si llegaba, se limitaba a un montón de tópicos que, en el fondo, por más que queramos, no significan nada. Esta vez no pretendía dejarlo pero, quizás, solo quizás, si descansaba ahora mañana tendría más suerte. 

Sintió cómo el sueño comenzaba a llamar a su puerta y decidió responder la llamada.

"Mañana tendré otro intento. Una nueva oportunidad. Quizás mañana lo consiga… "

 Sus ojos se cerraron grabando esas palabras en el fondo de su mente. Y Morfeo la abrazó con sus heladas manos para llevarla al mundo en el que todo es posible… 

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Créditos de las imágenes
  • Abandonar un sueño | Awenyr Luna | CC BY 4.0

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