Viaje de no retorno
Para todos los fanáticos de la fantasía como yo, no es una exageración (o puede que sí, pero nunca lo reconoceremos) decir que es uno de los mejores géneros que nos ha podido brindar la literatura. La creación de mundos mágicos, descubrir toda clase de poderes, leyes de la física que se rompen en todo momento y otras mil circunstancias más, convierten a las historias fantásticas en una lectura que va más allá del simple entretenimiento.
Las novelas de cualquier tipo de fantasía (podríamos hablar de esto en otra publicación) prometen un viaje maravilloso del que los lectores no queremos volver. Tal y como señala el título, que este género sea tan extraordinario supone una serie de problemas.
Y ese viaje de no retorno es el principal problema.
Voy a ir a Hogwarts
¿No os ha pasado alguna vez que, tras leer una historia con una gran ambientación fantástica, no queréis regresar al mundo real? Venga, que os pongo un ejemplo: Harry Potter. ¿A que ahora me entiendes? No sé a vosotros, pero a mí me produjo tal resaca emocional que todavía no la he superado a día de hoy. El barullo del gran comedor o la elección de varita mágica en Ollivander son solo algunas de las cosas que estoy deseando vivir. Porque en algún momento se hará real, ¿no?
¿NO?
Una buena novela de fantasía crea un mundo tan increíble que cuando terminamos la lectura nos deja un vacío enorme en el corazón. Yo sigo esperando mi carta de admisión en Hogwarts y busco un callejón Diagón en mi ciudad (más que nada para ir adelantando las compras). Es por eso que leer buena fantasía puede suponer un problema al darte cuenta de que quizá el mundo en el que te has metido no sea del todo real (menos Hogwarts, claro. Eso todo el mundo sabe que existe).
¿Cómo elegir?
Otro de los grandes problemas está muy relacionado con este. La ambientación de las novelas, de las buenas novelas, te produce la necesidad de conocer el lugar concreto donde se desarrolla la acción. ¿Pero qué pasa cuando leemos varias historias con una ambientación brutal? Pues que a todos nos entra la duda de en qué lugar preferimos vivir. Esto genera un conflicto interno que no tiene solución, porque ¿cómo eliges? Por ejemplo, yo quiero mi carta de Hogwarts (creo que eso ya ha quedado bastante claro), pero también quiero una casita en la Corte Noche de ACOTAR.
Bueno, me vale en cualquier parte de Velaris, la verdad, pero si puedo estar cerca de Rhysand, mejor que mejor. Entonces, ¿Qué hago? ¿Me mudo a la Corte Noche y pido que el expreso de Hogwarts pase por la zona? ¿O le explico a Rhysand que me tiene que llevar volando? Ambas opciones me parecen igual de válidas, ojo, pero no sé si serían factibles.
Y ya que menciono al alto lord, me surge otro gran dilema. ¿Cómo elegimos crush? Yo me quedé prendada en su momento de Xein (el prota de la trología de Los guardianes de la Ciudadela, de Laura Gallego), pero hace poco llegó Rhysand a mi vida y ya no sé con cuál quedarme. Cuando me preguntan a veces quién es mi crush literario, me quedo sin respuesta. ¿Cómo elijo? ¡Es imposible! Pero, bueno, reconozco que esto puede pasar con otros géneros, así que regresemos a los problemas relacionados con la fantasía.
Criaturas
No nos olvidemos de criaturas mágicas que nos ofrece el mundo de nuestro género predilecto. El gran dilema aquí es que no hay límite. Si la imaginación del autor se lo permite, se pueden crear toda clase de seres. Desde el adorable Fújur de La historia interminable –aquel dragón blanco de la suerte que no necesitaba alas para volar– hasta el pequeño Gollum de El señor de los anillos (este último no es demasiado amable, pero estoy segura de que tiene su propio club de fans). A donde quiero llegar es a que las historias de fantasía nos ofrecen un montón de criaturas que jamás encontraremos en otro tipo de literatura. Y a mí, personalmente, me duele haber llegado a esta conclusión. ¿Cómo voy a vivir sabiendo que no me cruzaré con ninguna de ellas? Hace años me dolió descubrir que nunca mantendré una conversación con un león como Aslan, el de Las crónicas de Narnia. ¿Es o no es doloroso?
Mapas
Os voy a mencionar un último problema. Este es muy doloroso. Muchísimo. Hay gente que no se ha repuesto todavía tras caer en él: los mapas. ¡Benditos mapas! No me digáis que no es maravilloso abrir un libro y ver que tiene uno –o varios– entre sus páginas. Ver por dónde se mueven los protas, localizar los pueblos o ubicar la historia. Esa posibilidad no tiene precio. Y habrá quien os diga que en las novelas realistas no hay necesidad de crear mapas porque se pueden ambientar en lugares reales. A esa gente contestadle que “ñiñiñiñiñi” y después preguntadle qué merito tiene describir una ciudad que ya existe. Ya os contesto yo: ninguno. Sin embargo, crear un mundo nuevo, con sus calles, sus edificios, las diferentes poblaciones… y plasmarlo en un mapa, eso sí que tiene valor. ¡Benditos mapas! –insisto.
La solución
En fin, el título de esta parrafada hacía referencia a la solución a estos problemas. Así que allá voy. Por favor, no me odiéis. No hay solución. No, no la hay. Bueno, sí, la hay, pero no creo que estéis dispuestos a someteros a ella. ¿Queréis saberla? Dejad de leer fantasía. Ya os dije que no os gustaría. ¡Vaya cosas me obligáis a hacer! No, no hay solución porque lo que hace que la fantasía sea increíble es precisamente eso. Esa es la verdadera esencia del género: una ambientación alucinante, unas historias asombrosas y unas criaturas sorprendentes. La fantasía se nutre de nuestra imaginación y, sin ella, solo tendríamos novelas realistas donde no ocurre nada más allá de los hechos cotidianos –más o menos espeluznantes–, pero sin ningún tipo de atractivo. La fantasía es magia, sueño y encanto especial. Eso es lo que la convierte en un gran género literario.
Lee fantasía
No dejéis de leer fantasía, porque si lo hacéis se acabarán las historias que nos transportan más allá de la realidad y nos ayudan a evadirnos. Porque por muy buenas que sean las novelas de otros géneros –que jamás negaré que lo sean–, no tienen detrás todo un mundo nuevo que ha sido creado desde cero, con sus criaturas, sus habilidades especiales, sus mapas… No dejéis de leer fantasía para que así vuestras mentes fluyan libres y disfruten de la irrealidad. Y si tú todavía no has leído fantasía, no te dejes amilanar por estos problemas. Estoy segura de que una vez le des la oportunidad, estarás encantado de haberte metido en ellos.
Créditos de las imágenes
- Problema de leer fantasía y cómo solucionarlos | Awenyr Luna | CC BY 4.0 | Incluye imágenes de Canva Pro
2 comentarios en «Problemas de leer fantasía y cómo solucionarlos»
Maravillosas palabras. La fantasía, junto con la ciencia ficción, son dos de mis géneros favoritos. Sin olvidar un romance por medio 😉
Es que una buena dosis de salseo nunca viene mal 💃🏻
¡Gracias por pasarte! 😊