No obligues a leer

Una vez más, el destino quiere que le dedique mis publicaciones a mi gremio: la educación. Y hoy me decanto por los profes. Os voy a contar por qué los docentes deberían recomendar literatura fantástica a sus alumnos y cómo hacerlo –veréis que no todo vale–.
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Una vez más, el destino quiere que le dedique mis publicaciones a mi gremio: la educación. Y hoy me decanto por los profes. Así que, como en El portal de Mesthair hablamos de fantasía, ¿cómo se me ha ocurrido unir ambos temas? Pues muy sencillo: os voy a contar por qué los docentes deberían recomendar literatura fantástica a sus alumnos y cómo hacerlo –veréis que no todo vale–.

En primer lugar, y como me suele pasar siempre, quiero puntualizar algunos aspectos. Ya sabéis que soy como el Grinch del sistema educativo actual, así que voy a ponerlo un rato a parir.

Lecturas obligatorias

Este asunto ya lo toqué un poco en el post anterior, pero hoy voy a ensañarme para quedarme más a gusto. No entiendo el sentido de obligar a los chavales a leer. En serio. No lo entiendo. ¿Acaso en mates les obligan a elaborar polinomios? ¿O en biología a diseccionar cadáveres? No. Nada de eso. Esas actividades, en todo caso, se harán en clase o como deberes. Sin embargo, en lengua se fuerza a los alumnos a leer más allá de lo que se hace en las aulas o lo que manden como trabajo para casa. ¿Alguien me explica la razón, por favor?

Como comprenderéis no estoy en contra de que los chavales lean, obviamente, pero sí estoy en contra de que les obliguen a leer. Imponer algo a un adolescente es provocar que de manera automática lo rechace. Y con mucho repelús, por cierto. Insisto en la idea de antes: en ninguna asignatura se le obliga a hacer nada –más allá de los deberes y los exámenes, tema que también daría mucho de sí–, pero en lengua les fuerzan a cogerse un tochaco y a leerlo. Y, encima, tienen que hacer un examen y/o un trabajo para demostrar que lo han leído. ¿En qué cabeza cabe?

Tipos de lectura

Otro aspecto que quería destacar es el tipo de lecturas que se les impone. Resulta que en primaria les permitimos –de manera totalmente voluntaria, cosa que al llegar a la ESO cambia. Insisto en que alguien me explique esta diferenciación– leer libros de aventuras, de magia, de ladrones, de piratas… pero llegan a secundaria y ¡puf! Les obligamos leer cosas como La Celestina, El Lazarillo de Tormes, el Libro del Buen Amor, etc. ¿Alguien le ve el sentido? ¿Acaso nos creemos que con la llegada de la adolescencia los chavales se convierten en eruditos ansiosos por descubrir los clásicos?

Pasamos de El barco de vapor a la editorial Cátedra –esa negra con letras blancas con una imagen cuadrada en la parte superior de la portada–. Señores docentes: desde el último día de clase en sexto de primaria hasta el primero de secundaria pasan unos 80 días. ¿Qué clase de transformación mental e intelectual se creen que sufren los niños durante el verano para provocar semejante cambio?

Esto es importante porque hay profesores y padres que lo consideran inconcebible: existen chavales a los que no les gusta leer. Punto.

Portada de La celestina
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A mí no me gusta hacer maquetas. Tengo amigos que odian cocinar. Y hay gente que no soporta conducir. Si a tu alumno no le gusta leer, por mucho que te empeñes eso no va a cambiar. Puede que alguna lectura le resulte más entretenida que otra, pero lo más probable es que entre leer y cualquier otra actividad, elija esta última. No-le-gusta-leer. Y no pasa absolutamente nada.

¿Acaso lo obligas a jugar al ajedrez? ¿O a salir con los colegas? Soy consciente de que hay padres que sí obligan a sus hijos a hacer este tipo de cosas, pero corramos un tupido velo sobre este asunto, por favor. En definitiva: no lo obligues a leer.

Último apunte

No me parece mal que estudien esos libros como materia de clase –aunque esto también lo cojo con pinzas–, pero sí me enerva que se les obligue a leerlos. Primero, porque muchas veces no entienden el castellano –el Cantar de Mio Cid, sin ir más lejos, es lectura obligatoria y normalmente los profes mandan ediciones en castellano antiguo que ningún chaval entiende ni está dispuesto a entender–.

Segundo porque no son lecturas que entretengan a esas edades. Y tercero porque no son libros para que los chavales cojan amor por la lectura –y este debería ser el objetivo de las lecturas “obligatorias” en secundaria–.

¿Por qué fantasía?

Aclarados estos puntos, veamos por qué yo –es decir, opinión totalmente personal– creo que deberían recomendarse lecturas de fantasía a los chavales de secundaria.

En primer lugar, como profesores de lengua, deberíamos ser un referente a la hora de elegir lecturas. Es decir, los alumnos tendrían que saber que si quieren leer algo, ahí vamos a estar nosotros para recomendarles algo de acuerdo con sus gustos, aficiones, etc. Os lo dice alguien que eligió la rama de lingüística en la carrera, pero cuando los papás de mis chavales me preguntan por libros para que sus hijos lean, enseguida se me aparece una lista enorme en la mente. Entonces, si un profesor no tiene ni idea de qué lecturas recomendar a sus chavales, ya está medio cojo.

Imaginaos que cuando estabais en secundaria os apetecía un montón leer una novela sobre magos y brujas. ¿Cómo hacíais para saber qué leer? Pensad que si vuestro profe el primer día os hubiera dicho que “si queréis leer algo, venid a preguntarme y os recomiendo algo”, podrías haber ido junto a él y os hubiera dicho: “cómprate la saga de Harry Potter. Te va a encantar”.

Sin embargo, a día de hoy, el profesor te diría: “déjate de magia y lee El Quijote, que tienes el examen dentro de dos semanas y seguro que ni siquiera has empezado”. ¿Me equivoco? Quiero creer que existe algún profe que no siga esté patrón y que sea como yo, pero la inmensa mayoría, por desgracia, no son así.

Lecturas adaptadas

En segundo lugar, debemos buscar siempre lecturas adaptadas a la edad de los alumnos. No es lo mismo recomendar una historia de fantasía a un niño de primero de ESO –que tiene entre 11 y 13 años– que a uno de cuarto de ESO –que puede tener 16, si no ha repetido ningún curso–. Para ello existen distintos tipos de novelas de fantasía que se pueden adaptar a cada edad. Si a un chaval de 16 años le recomiendas la saga de Geronimo Stilton, probablemente te la tire a la cabeza –cosa que no ocurrirá si se la recomiendas a uno de 12 años–. Pero si le dices que se lea El nombre del viento, de Patrick Rothfuss, la cosa cambiará. Y mucho.

Además, también es importante conocer al alumno en cuestión. Que ¿por qué digo esto? Muy sencillo. Puede que a tu alumna A le encanten las historias de alta fantasía –ya hemos visto en otra publicación los distintos subgéneros–, en cuyo caso podrás recomendarle El señor de los anillos. Puede que a tu alumno B le guste la fantasía urbana, así que lo mejor será que le digas que se lea, por ejemplo, La lucha de Suevia –ejem, ejem–. O, quizá, tu alumna C, que nunca leyó fantasía pero le gustaría probar, y a la que sabes que le gusta el salseo, podrías recomendarle El beso del infierno. Como ves, en una misma clase, cada chaval puede estar leyendo una cosa diferente. Porque, recuerda, el papel de los profes de lengua es que los chavales disfruten con la lectura, no torturarlos con ella.

A todos los profes

Termino este post tan reivindicativo haciendo un llamamiento a todos los profes: por favor, sed referentes de lecturas de vuestros alumnos, no les mandéis (y obliguéis) que lean libros que ni les van a entretener ni les aportarán nada a sus vidas. Permitid que lean lo que les guste, que disfruten con la lectura y, si no quieren leer, dejadlos tranquilos, que bastante tienen con aguantarnos en clase.

Ahora contadme: ¿Qué lectura obligatoria odiasteis más en vuestra época estudiantil?

Filóloga y escritora. El 99% de su tiempo lo pasa en Mesthair (es decir, en Los Mundos de Yupi), lugar en el que se inspira para sus novelas. Odia las faltas de ortografía y ama el chocolate por encima de todas las cosas.

Créditos de las imágenes

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